Como todo movimiento nacional patriota, el Himno Nacional Argentino nació en 1813, no como himno, sino como una Marcha Patriótica, conteniendo entre sus estrofas todo el sentir de liberación y bronca en contra de quienes nos habíamos liberado.
Pero como es costumbre, en nuestro país, existían quienes preferían no liberarse definitivamente de los lazos opresores. Es así como el entonces presidente Julio Argentino Roca, dispuso suprimir algunas de las cuartetas de la versión original y ordenó que solo se cantaran la primera y la última cuarteta además del coro.
Entendía Roca que «aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria su cerviz orgullosa dobló», siendo estas ofensivas y que no caerían bien a las autoridades de España, con las cuales deseaba mantener relaciones diplomáticas cordiales.
El día 24 de abril de 1044, mediante el decreto 10.302, Edelmiro Julián Farrel estableció como letra oficial la que actualmente se canta en todo acto patrio.
En años recientes, varios artistas argentinos plasmaron la letra y música del Himno Nacional, en versiones que dejaron un sentimiento encontrado en el ser nacional. Charly García, Mercedes Sosa, Jairo, Ricardo Mollo, Soledad Pastorutti y la Orquesta Sinfónica Nacional, Horacio Lavandera y Elena Roger.
Aquí, la versión original tal cual fue escrita:
Oíd ¡mortales! el grito sagrado: ¡Libertad, libertad, libertad! Oíd el ruido de rotas cadenas: Ved en trono a la noble Igualdad. Se levanta a la faz de la tierra Una nueva y gloriosa Nación: Coronada su sien de laureles Y a su planta rendido un León.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
De los nuevos campeones los rostros Marte mismo parece animar; La grandeza se anida en sus pechos, A su marcha todo hacen temblar. Se conmueven del Inca las tumbas Y en sus huesos revive el ardor, Lo que ve renovando a sus hijos De la Patria el antiguo esplendor.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
Pero sierras y muros se sienten Retumbar con horrible fragor: Todo el país se conturba con gritos de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia Escupió su pestífera hiel Su estandarte sangriento levantan Provocando a la lid más cruel.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
¿No los veis sobre Méjico y Quito Arrojarse con saña tenaz? ¿Y cuál lloran bañados en sangre Potosí, Cochabamba y la Paz? ¿No los veis sobre el triste Caracas Luto y llanto y muerte esparcir? ¿No los veis devorando cual fieras todo pueblo que logran rendir?
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
A vosotros se atreve ¡Argentinos! El orgullo del vil invasor, Vuestros campos ya pisa contando Tantas glorias hollar vencedor. Mas los bravos que unidos juraron Su feliz libertad sostener. A esos tigres sedientos de sangre Fuertes pechos sabrán oponer.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
El valiente argentino a las armas Corre ardiendo con brío y valor, El clarín de la guerra cual trueno En los campos del Sud resonó; Buenos Aires se pone a la frente De los pueblos de la ínclita Unión, Y con brazos robustos desgarran Al ibérico altivo León.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
San José, San Lorenzo, Suipacha, Ambas Piedras, Salta y Tucumán, La Colonia y las mismas murallas Del tirano en la Banda Oriental; Son letreros eternos que dicen: «Aquí el brazo argentino triunfó.» «Aquí el fiero opresor de la patria Su cerviz orgullosa dobló».
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
La victoria al guerrero argentino Con sus alas brillantes cubrió, Y azorado a su vista el tirano Con infamia a la fuga se dio; Sus banderas, sus armas se rinden Por trofeos a la Libertad. Y sobre alas de gloria alza el pueblo Trono digno a su gran majestad.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
Desde un polo hasta el otro resuena De la fama el sonoro clarín. Y de América el nombre enseñado, Les repite ¡mortales! Oíd: ¡Ya su trono dignísimo abrieron las Provincias Unidas del Sud! Y los libres del mundo responden: ¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.