FOTOS CORTESÍA DE LUIS MARÍA BENITEZ
EL REGRESO DE PERON A LOBOS , SU DISCURSO
«Hoy, después de tantos años, yo quiero volver a esta tierra para sentirme en ella como en los primeros días, haciendo en mi examen de conciencia, un parangón entre esos tiempos, para decirle a todos los hermanos de esta vieja ciudad, de este viejo fortín de la pampa, de este antiguo pueblo de nuestra tierra, que desde que salí de ella no he hecho todos los días sino algo por honrarla en su nombre.
En primer lugar quiero confesarme que jamás he dejado de ser humilde, como humilde es este pueblo y como humilde son todos ustedes; que jamás he dejado de pensar que el único destino con que los hombres aman a su tierra es haciendo todos los días algo por engrandecerla y por dignificarla. Yo no sé si el destino de los tiempos me ha de permitir cerrar los ojos con el mismo amor a la responsabilidad de servir y con la misma conciencia de haber realizado en mi vida muchas obras de bien, pero sí quiero decir que así como el primer aliento lo recibí en esta bendita tierra de Buenos Aires, quisiera que el primer postrer suspiro estuviese también dedicado a las entrañas de esta tierra generosa que nos vio nacer.
Llego después de muchos años de peregrinaje en todas direcciones; llego cargado de experiencias y de responsabilidades; llego a Lobos como llegamos los hombres a visitar nuestra cuna llena de recuerdos y de amor. Yo quiero decirles a todos que traigo también la inmensa satisfacción de llegar a esta bendita tierra de mis padres con el corazón lleno de amor, quizá engrandecido por esa experiencia y por el peregrinaje, para decirles a todos ustedes, hermanos en la tierra, hermanos en la vida, que no he de decaer en la tarea, para mí permanente, al servicio de la Patria y en vigilia de sus instituciones, de su dignidad y de su grandeza.
Yo no tengo recogido en mi vida nada que no pueda ofrecer a la patria y que conjuntamente lo ponga en el altar de ella en este bendito pueblo de Lobos, como un holocausto de lo más grande que los hombres podemos ofrecer a la Patria.
Yo les agradezco a todos ustedes las amabilidades con que me han abrumado en este día. Le pido a Dios que esa grandeza del espíritu de los hombres y mujeres humildes de esta tierra sea bendecida con todas las felicidades que la vida puede ofrendar. Les agradezco que para perdurar en un hecho material la gloria de este momento me hayan regalado este poncho, que será mi compañero de ahora en adelante, para que en las generaciones de argentinos abrigados en el corazón profundo de la Patria sea
este el emblema de los criollos que no dejaron de ser criollos.
Muchas veces he dicho que yo soy de los hombres que tuvo el inmenso honor y el gran privilegio de haber nacido humildemente en una estancia de estos pagos. Y quizá sea por ese privilegio que no he dejado de pensar jamás en mi vida en los ejemplos que recibí de esos hombres humildes y esforzados de nuestros tiempos. Yo no olvido jamás que el primer amigo que tuve en mi vida fue un domador de Lobos, que se llama Sixto Magallanes, a quien nosotros conocíamos por el “Chino” Magallanes.
En la grupa de sus redomones aprendí a andar a caballo antes que a caminar. Y fue en los consejos sabios de sus grandes hombres, que humildemente laboraron la Patria en la grandeza de la faena de todos sus momentos y de todas las circunstancias, donde aprendí las mejores enseñanzas.
Los hombres que no se apartan jamás de la tierra y mantienen en su alma el sentido de esa tierra no podrán equivocar su vida. Por eso, el recuerdo de Lobos lo he llevado presente durante toda mi vida; a pesar de las mudanzas que el tiempo y las ciudades suelen anidar en el alma de los hombres, yo he sido de los que no han olvidado jamás que nacieron en tierra de gauchos y que también deben morir como gauchos en su tierra.
Yo pido a Dios que todas las aventuras con que los hombres podemos nacer igualen en cada uno de ustedes la inmensa satisfacción moral que vuelvo a retomar por el contacto con esta bendita tierra del fortín de Lobos. Pido a Dios que todas esas venturas las derrame sobre ustedes con toda abundancia, como es inmenso el cariño y la gratitud que guardo por todos ustedes y por esta hermosa tierra de Buenos Aires que me vio nacer.»