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ANNIE LENNOX EN LOBOS, CAMINANDO SOBRE VIDRIOS ROTOS

 

 

“Walking on broken glass” es un majestuoso tema de la cantante escocesa Annie Lenox que parece escrito para Lobos. Nuestra ciudad hace una década que camina sobre vidrios rotos.

Corren tiempos en que ver a nuestro presidente justificando a narcos y haciendo gala de cinismo, nos hace creer que no estamos peor. Pero claramente tampoco  estamos mejor que nuestro país.

La “exitosa” aventura política de Jorge Echeverry, ex presidente de la Sociedad Rural, parece estar llegando a su fin, con un alto costo de atraso y estancamiento para nuestro amado pueblo-ciudad-laguna-partido.

Una etapa que tal vez fue necesaria tras 12 años de Tachismo Sobrerismo, para poner blanco sobre negro en que se diferencia un gobierno municipal para negocios privados de una minoría, de otro con objetivos diferentes.

Lobos hace una década que camina sobre vidrios rotos y las consecuencia y el precio a pagar por todos los lobenses están a la vista. Ni siquiera sabemos porqué no pudieron terminar un puñado de casas, ni qué hicieron con los fondos que recibieron para terminarlas. Y no vamos a perder el tiempo detallando el sinfín de matices de estos diez años de decadencia, frustraciones y abandono.

En 2025 el contexto nacional es muy diferente al que recibió el gobierno municipal hace una década, cuando teníamos un país desendeudado (dicho por ellos) y Echeverry tenía un gobierno provincial del mismo signo (María Eugenia Vidal).

Hoy tenemos a un gobierno municipal cuya obsesión por permanecer en el poder lo llevó a rosquear con lo más oscuro de la nueva politiquería lobense, en una entelequia ideológica sin principios ni objetivos, que terminó en la renuncia de laderos del narcotráfico, bajo el paraguas de un gobierno nacional a la deriva, entregado a un posicionamiento internacional que solo garantiza dependencia y entrega del patrimonio nacional.

Y en ese devenir Lobos asiste a su decadencia, al cierre de comercios y pymes, a la parálisis de su escasa industria, del turismo, de la construcción, de su futuro.

Un Lobos otrora orgulloso por su distinción cultural, por su Laguna, por sus podios en el deporte bonaerense, por sus estancias históricas. Un Lobos que se auto percibía como “la capital del polo”, y que hoy pasa desapercibido en el fondo de la tabla de los 125 municipios bonaerenses, luego de una década de gestión municipal de apellidos ilustres y no tanto.

Si los lobenses tenemos todavía algún reflejo social y político para rescatarnos de la decadencia, es muy probable que en 2027 demos alguna señal de que merecemos un destino mejor.

La pregunta es si eso será tarea y responsabilidad de un solo partido político local (obviamente no el difuso engendro societario comercial que nos gobierna). La pregunta es si vamos a dejar toda la carga sobre Martín Carriquiry como el nuevo crédito local que asoma en el horizonte de la esperanza lobense.

¿Hay en Lobos una nueva generación de dirigentes de la talla de los Sobrero, de los Erriest, de aquellos de los tiempos turbulentos que dieron nombre a muchas de las calles de Lobos? ¿Incluso de aquellos cómplices de gobiernos dictatoriales?

Tal vez dentro de dos años Florencia Mancino madure políticamente, y deje de preocuparse por que los concejales fichen como empleados de comercio, o deje de malinterpretar las prioridades de los lobenses.

Tal vez el experimentado Daniel Sabalo crea que llegó el momento de tener un verdadero acto de inteligencia (que le sobra), y vea que el conservadurismo tiene que ocupar un espacio proporcionalmente adecuado en la gestión de un gobierno que ponga a Lobos por encima de las vanidades individuales o sectoriales de sus amigos.

Tal vez Martín Carriquiry sea la persona indicada para liderar un proceso de cambio que la “izquierda” tildaría de “revolucionario” (una ruptura en el devenir histórico): una gestión capaz de unir a los lobenses en el cambio necesario para dejar de caminar sobre los vidrios rotos de esta década de decadencia.

Algo revolucionario no es de izquierda ni de derecha, sino un movimiento que cambia el curso de la historia y detiene la inercia negativa para darle una dirección diferente.

Lobos tiene dos años por delante para construir su propia “revolución” democrática. Para ello tendrá que apartarse de los negocitos sectoriales, los curritos personales y los carguitos remunerados con celulares, camionetas, sueldos de siete cifras y gastos de representación, pagados con “la nuestra” mientras Lobos languidece a la sombra de Uribelarrea.  Lo que Milei en campaña alguna vez bautizó como “la casta”. Y que hoy nos gobierna en Lobos en su más esplendorosa expresión.

Tal vez  los tres partidos tradicionales, los intelectuales  de paladar negro de Primero Lobos, o los ecologistas intransigentes, comprendan que tienen un espacio constructivo y proporcional en ese futuro, y los nuevos liderazgos sean capaces de conducir ese nuevo proceso, para que dejemos de caminar sobre vidrios rotos.

En todo caso todos los cambios siempre se tratan de una construcción colectiva donde cada uno aporta un pedacito, pero hace falta un liderazgo.

Por lo general para lo que se llama el “bien común” suele funcionar mejor un líder que, por su experiencia de vida, ya vio que la vida tiene un límite y que las cosas que realmente importan no son las que más brillan. Son los líderes que después de verlos andar algunos tildan de “humanistas”.

Si queremos dejar de caminar sobre vidrios rotos, los lobenses tenemos dos años para ir pensando quién queremos que nos lidere a todos, con nuestros disensos, diferencias e intereses personales, pero sin curros asquerosos y en ejercicio pleno de nuestros derechos democráticos. Sin caminar sobre vidrios rotos.

Alejandro Ge.