Milei dejó a Jorge Macri con el brazo extendido sin saludarlo e ignoró a su vicepresidenta Victoria Villarroel. La homilía, ya preparada de antemano, pareció, sin embargo, estar hablando frente a este hecho que a muchos dejó incrédulos.
Incluso en su camino a los lugares que se les había asignado, se apreció en todos los medios nacionales e internacionales, personal de protocolo, intenta apartarla de la cercanía del Presidente.
García Cuerva, comenzó su homilía aclarando qué: “quieren ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina” aún sabiendo que “luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”.
“experimentamos que se está muriendo la fraternidad” en la Argentina, “se está muriendo la tolerancia y el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unidad, una Patria de hermanos”
“Nos mintieron muchas veces y nos hicieron perder las ganas de participar”
“años de promesas incumplidas y estafas electorales nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ‘otra vez lo mismo, nada va a cambiar’; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces”, “nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto”.
“Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?”. dijo.
“Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante. Y ante el dolor, a veces, (…) decimos (…) ya no hay nada que hacer, transformándonos en agoreros de malas noticias, en profetas de calamidades, incluso escuchando todo el tiempo a los que envenenan el alma remarcando siempre lo que está mal, lo que falta”.
“Hemos pasado todos los límites, sin embargo, dijo el arzobispo porteño, Argentina no está muerta, sino que a veces estamos adormecidos por la indiferencia y el individualismo”
“los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio; el terrorismo de las redes, como decía el Papa Francisco” afirmó. Agregó que “hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente” y recordó palabras recientes del papa León XIV a los representantes de los medios de comunicación a quienes les pidió decir “no a la guerra de las palabras y de las imágenes”.
“tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio”, y pidió que “nos demos otra oportunidad” porque “no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros”. Subrayó en consecuencia que “todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”.
Realizó un llamamiento advirtiendo que, quizás lo que nos falta como pueblo argentino, es “tomarnos de la mano y tirar para adelante reconociendo que el que tengo a mi lado es un hermano, no un enemigo o un ser despreciable a vencer” y al respecto, parafraseando al escritor Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente de los campos de exterminio nazis, diciendo que “es imprescindible realizar una transfusión de memoria. Porque la memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado, sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaron a nuestro pueblo a superar las encrucijadas históricas que fue encontrando.”
Estamos Paralizados por el odio y la descalificación y, a modo de plegaria digo entonces “Argentina, levántate, ponete de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de estar basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un ‘sálvese quien pueda’, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida. Es con todos, mirándonos a la cara, porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que conmover”.
“muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios. Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación; el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad; estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación. Tenemos hambre de solidaridad capaz de abrir nuestros encierros y soledades. Tenemos hambre, de fraternidad para que la indiferencia, el descrédito y la descalificación no llenen nuestras mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar. Tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión”.
“desde el más pequeño hasta el más grande” tienen un papel activo en la construcción de una sociedad “integrada y reconciliada” a partir de la participación, la responsabilidad personal y social.
“comencemos a caminar unidos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza” porque “las nuevas generaciones y nuestros hijos, se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes”.