El Cuarto Poder

Noticias de Lobos

https://www.solumedia.com.ar/radios/6498/index.html

https://www.solumedia.com.ar/radios/6498/index.html

Actualidad recuerdos de lobos

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO

UN CUENTO DE DANIEL FEIJOO, Escenógrafo.

 

Mi profesión me ha dado, sin dudas, un montón de satisfacciones. Entre ellas, puedo contar la posibilidad de trabajar frente a diversos públicos en infinidades de teatros y, obviamente, en distintos países. Estos viajes, con tantos caminos recorridos, me posibilitaron siempre, y hasta el día de hoy, conocer e interactuar con incomparables culturas que fueron ampliando mi abanico de aprendizaje a través de la vida.
Uno de tantos lugares llenos de historia, misticismo y origen de tantas otras creencias fue Israel, donde tuve la oportunidad de trabajar en la ‘’Ópera de Tel Aviv’’, hermosa ciudad que me permitió recorrer toda «Tierra Santa»

desde Palestina, Jerusalén, Belén y El Muro de los Lamentos… En esos caminos recorridos fui pasando por los mercados de la vieja Jerusalén… llena de historia, rincones místicos que no sólo enseñan, sino que son un bálsamo para el alma. La sensación es inexplicable… y el aprendizaje infinito.
Mientras recorría, quería comprar cada pedacito de historia y pude conseguir algunos pergaminos y cosas muy interesantes que me han mostrado otras culturas y han contribuido en mi continuar transitando.

Hoy recuerdo y tengo ahora, entre mis manos, un viejo pergamino donde hay un escrito muy interesante que me ha dejado una gran enseñanza y lo quiero compartir esta tarde con ustedes.

Se llama ´´El verdadero valor del anillo´´. No sabemos el año el que se escribió ni quién es el autor, puesto que es anónimo, pero me pareció muy interesante y, por eso, lo quiero compartir.

Cuenta la historia que…

Un joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.

—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis propios problemas. Quizás después… si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

—Eh… encantado, maestro —titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien —asintió el maestro.

Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó:

—Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro.  Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable

como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, así que rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado —más de 100 personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda.

 —Maestro —dijo—, lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

—¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo!

—contestó sonriente el maestro— Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quieres vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

—Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

¡¿58 monedas?! -—exclamó el joven.

—Sí —replicó el joyero—. Yo sé que con el tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

—Siéntate -—dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal sólo puede evaluarla verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

Interesante… ¿No?