El arzobispado de Buenos Aires, conjuntamente con los Curas Villeros y Los Hogares de Cristo, organizaron en la nave central de la Catedral Metropolitana una cena para las personas con hambre.

A escasos metros de la Casa Rosada, como una clara alusión que esto debe de terminarse, la Iglesia marcó un punto de inflexión en el tema de la situación social del país.

El Padre Tonga, uno de los organizadores manifestó a un medio capitalino: «No quisimos que sea un encuentro vinculado a la política, pero sí a la realidad«. Paradójicamente hablando, este columnista en la noche de ayer, en su emisión radial, editorializaba sobre la realidad.

Mientras tanto aquí en Lobos, los concejales siguen discutiendo hace tres semanas si corresponde emitir una opinión sobre el hambre de la ciudad.

Hasta ahora solo se escucharon discursos peyorativos sobre esta situación, leguleyas cuestiones que no se ajustan a la imperiosa necesidad de la cruda realidad que se vive.

Desgarradoras manifestaciones de los referentes sociales a cargos de comedores y merenderos en medios de la ciudad, solo han conseguido que luego de revisiones e inspecciones a los más de 30 lugares donde se cocina para aquellos que lo necesitan, han repartido escasos alimentos secos, que solo sirven como paliativos a los innumerables esfuerzos que se hacen para poner un plato de comida caliente en estos lugares.

Los concejales deberían acordar con el Intendente, un refuerzo extraordinario para reforzar partidas de alimentos.

Fiel a su estilo, dentro de lo que el gobierno habla de su equilibrio de gastos, se siguen gastando sumas en compra y/o renovación de unidades vehiculares, en desmedros de la compra de ropa adecuada para el personal municipal, insumos en salas de primeros auxilios, y elementos de seguridad.