El cuarto poder salió a la calle a preguntar por las próximas elecciones legislativas.
Parece que los vecinos se hacen muchas preguntas sobre lo que sucederá en el próximo 7 de setiembre, dentro de poco menos de dos semanas.
Algunos dicen que es fácil presentir cuando se acerca un acto de este tipo. Comienzan a pintar cordones, cruce de calles, y sobre todo, mucha presencia de empleados municipales, en distintos lugares de la ciudad.
De la nada, surgen más inspectores de tránsito, barrenderos, predominan festivales y toda la liturgia de los candidatos.
Si ladran los perros en la puerta de calle, seguro que un referente vienen a visitarte. Si te te descuidas inclusos algunos de los candidatos te ayudan con el bolso de los mandados. Si prendés la radio o la televisión, un desfile constante de ellos, de todos los partidos, hablando de lo que harán si son elegidos. Algunos proponen mágicas soluciones y la mayoría, intenta convencerte que esta vez sí, cumplirán con lo que en otras oportunidades NO lO DEJARON HACER.
Algunos, incluso, no saben que harán el día después ya que, dado el contexto de su discurso para llegar, se les cae a pedazos y quedan al desnudo. Aquí, en el pago chico, vinieron prometiendo orden y progreso, el fin de la corrupción, la revisión de obras ejecutadas anteriormente y, con el correr del tiempo, se dieron cuenta que no es fácil de gobernar. ¿Excusas, muchas, soluciones, ninguna, solo mentir y seguir adelante.
Por el lado de los socios, tres períodos, casi, tardaron en darse cuenta que los habían engañados o, en busca de cargos que no podían conseguir por los votos, se juntaron pensando en las prebendas de estos que, nunca llegaron, sin embargo, siguieron en la ignominia de seguir a su lado.
Algunos, muy pocos por cierto, casi como los dedos de una de mis manos, aquellos que me conocen saben la cantidad que me queda, se dieron cuenta y quisieron despegarse sin embargo, sus partidos que estaban comprometidos por «otros temas», decidieron seguir adelante, incluso hicieron campaña para que subieran con el sello de su partido y cuando ingresaron, se apoltronaron por inmundas migajas y se pusieron al cobijo de quien gobernaba, da pena saber y entender que, ni siquiera pudieron construir un lugar propio y, sus adherentes hoy se encuentran desperdigados tratando de conseguir «conchabos» en otras lides.
Pero la vida continúa y, ahora retornan por, «una vez más.»
Los que se fueron de la gestión anterior, como que aprendieron la lección, se reagruparon, hicieron control de daños y empezaron a prepararse, aunque tal vez, siempre supieron, pero no supieron ver que lo que venía tenían un método nuevo, horripilante, pero que le dio el resultado esperado, GANARON y se hicieron del poder. Sin embrago a costa de perder, se templaron en el fuego de la superación, «los pibes» se hicieron fuertes y ya están seguros que, otra vez no.
Y, entonces lo que están, se juntaro, siguen jugando y, ahora van por todo, se dieron cuenta que la juventud, es la vía, lastima que, se olvidaron de enseñarles y, basta acercarles un micrófono, para entender que no los prepararon. El virus del síndrome de Estocolmo ya estaba infiltrado. La impotencia de arreglar las cosas, le hicieron ver a este gobierno comunal que, no basta con traer a un pibe, hacerlo ingresar con una categoría 10 del escalafón municipal, a los 25 días subirlos a la categoría 25, darle una dirección y a los seis días, por decreto, darle un aumento del 25%, no basta para ponerlo en las garras de otros ineptos que solo tienen el poder de levantar las manos.
Los que están, YA SABEN QUE PERDIERON EL CONCEJO, ese lugar que le servía de sostén y que levantaba las manos para cada capricho del manda más. Son ellos los que comentan en las mesas de los cafés de la ciudad y las hormigas dicen : «están saliendo peronistas hasta debajo de las piedras», tal vez con razón o, no tanto.
Lástima que «las hormigas» tuvieron que acomodarse a la orden de unidad, eso a veces suele ser problemático, ya que abre las puertas a que entren los que, como en épocas no muy lejanas, permita el ingreso de los parásitos acomodaticios de egos personales que, el que los tiene, nunca jamás, los pierde.
Síndrome de Estocolmo:
Según laReal Academia Española (RAE), el síndrome de Estocolmo se define como una actitud de la persona secuestrada que termina por comprender las razones de sus captores. Esta reacción psicológica se caracteriza por el desarrollo de un vínculo afectivo o de simpatía entre la víctima y su agresor, como un mecanismo de defensa ante situaciones de abuso o cautiverio.