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https://www.solumedia.com.ar/radios/6498/index.html

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UN 25 DE MAYO DIFERENTE, PERO REAL.

 

«LOCURITAS», UN LOCRO SOLIDARIO.

En la gélida mañana de este 25 de Mayo, cuando los tenues rayos de sol comenzaban a colorear el ocre de los árboles y el rocío a levantarse en los pastos recién cortados del inmenso galpón de los ferrocarriles de Empalme Lobos, un grupo de personas del Merendero Locuritas ya estaban, hacía un buen rato, cortando y procesando lo que sería el locro del 25.

En ese marco, las locomotoras, símbolos del poderío de una época, se evidencian como meros restos que dan cuenta del aniquilamiento producido por los mismos que, hoy, dicen querer salvarnos. Material ferroviario abandonado a su suerte, espera, lúgubre, el destino final de la decisión de quienes continúan con el desguace del Estado nacional.

Sin estridencia, sin prensa, sin toda la parafernalia de un evento colectivista, allí estaban, con su certeza y sus mates, tal vez imbuidos de solo saber que, horas más tarde, cosecharían los agradecimientos y sentirían ese sabor dulce del deber cumplido.

El entender que, sin grandilocuencias, entregarían ese sustento a medio centenar de familias y que sería, tal vez, el único plato de comida caliente que compartirían en sus casas, sin tener que hacer largas colas para que algún dirigente (que se encuentra sentado en toneladas de comidas, que como dice el vulgo, la compran con la nuestra) les haga entrega de algo.

TODO DONADO por aquellos que aún creen en la utopía de que la patria es el otro y digo utopía porque, cada vez más, nuestros representantes no entienden que el servir a LA PATRIA no es sentarse en una banca y pensar en forma propia, sino en los conceptos de PATRIA Y SOBERANÍA.

Qué pena que muchos de los que debieron estar allí, prefirieron el halo del ego, de la muchedumbre que, aglutinada bajo la impronta de instalar, tal vez, un sistema de trabajo alternativo, en vez de crear verdaderas fuentes de trabajo permanentes que desarrollarían un fortalecimiento de nuestra PATRIA.

Entre corte y corte, rebanadas de zapallo, cebollas, cueritos de cerdo, patitas, el ya despuntado hervor del maíz pisado, mate de por medio y proyectos de cómo resolver contingencias de los que menos tienen, se fue perdiendo el frío.

Llegando al mediodía, el aroma ya inundaba no solo el vacío galpón carente de vidrios, sino las cercanías.

La decisión de los organizadores hizo que cerca de las 12,30 comenzaran a llegar los destinatarios a los que iba dirigido el esfuerzo. Cada uno dejó sobre la humilde mesa su olla, su recipiente e informó cuántos eran de familia.

Una ayuda, una necesidad, una obligación moral, llámenla como quieran, pero este 25 de Mayo, seguramente, esas familias tuvieron en ese altar soberano de la vida familiar, LA MESA. Esa ambigua celebración de una fecha patria, con una comida tradicional que, en sus momentos, fue la más económica, al igual que el puchero y que, en este mundo globalizado, han pasado a transformarse en las MÁS CARAS de la actualidad.

Estos nuevos dirigentes del poderío económico nos han quitado casi todo, pero, POR SUERTE, NO HAN LOGRADO, AÚN, quebrantar el indómito poder de pensar que LA PATRIA ES EL OTRO.

Este cronista prefirió festejar con su familia, alrededor de la humilde mesa, con estos seres que, día a día, siguen pensando en su prójimo.

 

 

 

 

 

 

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