Los antiguos tratados más bien solemnes que sagrados producidos por notarios y videntes en el Indostán, daban cuenta de la pasada destrucción por las Aguas de la civilización atlante y de la futura caída y desmembramiento de la civilización pergeñada por la Quinta Raza Raíz, en este caso por el Fuego.

La creciente oleada de secas, de estiaje en las corrientes de agua dulce, de quemas y de incendios, sumada a la irrespetuosa actitud de las naciones industrializadas para con el resto de sus cofrades de las Naciones Unidas, violando todos los acuerdos y tratados signados para la preservación del ambiente, o decididamente no firmándolos, junto con la manifiesta inclinación a la guerra y al genocidio de grupos humanos enteros, ya desde los albores del Siglo XX, incluida una segura y ya manifiesta época de hiper actividad volcánica y sísmica, además de las ingresantes fuerzas anexas al fuego fricativo provenientes del cinturón de polvo cósmico sideral y de la actividad hiper energética de nuestro sol, son apenas algunas de las manifestaciones externas del desorden en el sistema de mundos producido por nuestro planeta, por nosotros, por la humanidad terrena, y específicamente por la raíz del mal que anida en el corazón de los seres humanos y que se pone de manifiesto a través de grandes y pequeños cataclismos, en principio regionales, comarcales, para luego y con el correr del tiempo alcanzar una magnitud planetaria, una vez que tenga lugar la extinción del presente estado de cosas.

El abuso de la inteligencia cerebral y material para darle forma a inventos electrónicos que fragmentan cada vez más a la familia humana terrestre, la atrofian atencional, moral y mentalmente, y la conducen a la enfermedad individual y colectiva y al desprecio por las Leyes de la Naturaleza conocidas y Espirituales; a menos que los servidores inspirados y formados en todas las áreas del quehacer humano intervengan creativa y vigorosamente para devolver un cierto grado de orden y de armonía a la convivencia, en preparación de la connotada Exteriorización de la Jerarquía y del regreso activo del Poder expresado a través del Instructor del Mundo, pues el gran desamparo podría patentizarse bajo la forma más destructiva y purgativa posible.

Viejas deudas karmicas, de individuos, grupos y organizaciones, también esotéricas o seudo esotéricas, están siendo purgados por el Fuego, por la pérdida definitiva de documentos nunca antes publicados y reverenciados hasta el hartazgo por estudiantes fundamentalistas en general, quienes, junto con todos nosotros, cabalmente deberíamos abrir nuestro corazón y nuestra mente a la nueva dispensación Jerárquica, que tiene como piedra angular el Concilio de Shambala tantas veces anunciado, que tendrá lugar este año, 2025, en reemplazo de formulaciones de la Enseñanza de Sabiduría colectivamente perimidas, que deben dejar su lugar a nuevos modos expresivos y comunicacionales, antes, ahora y en el futuro, siempre signados por las genuinas necesidades de la familia humana y de todos los Reinos Naturales, y no por la sed de conocimiento erudítico, de placer intelectual hedonista, de puñados dispersos de diletantes auto-interesados, inclinados a adquirir cierta versación conceptual y a repetir hasta el cansancio las cifras dadas en el pasado y “para otra humanidad” por viejos agentes de la Jerarquía Planetaria, como todos nosotros y a pesar de la idolatría generada, nunca eximidos del riesgo de exagerar, de desvirtuar la verdad recibida o de hacer pronunciamientos y afirmaciones cargadas de error y de sectarismo institucional: uno de los mayores males que cargan sobre sus espaldas sino todos, la mayoría de los “grupos esotéricos y espirituales”: en síntesis, Maya, Glamur y Espejismo general.