Con arranque frente a la estación de servicio de la ruta 41 hasta la curva del country club y algunos regresos por el Callejón Dorrego, las motos con escapes libres lideraron la tarde.

Ya es normal que los fines de semana tengamos estos eventos. Los vecinos del Barrio Vinelli y Del Carmen tiemblan cada vez que deben acceder a la 41.

Es que, sin ningún tipo de control, las motos han tomado para sí estos ámbitos.

Ya no son tan solo los molestos escapes de casi la mayoría de las noches, sino el estruendo que hacen desde las primeras horas de la tarde.

El municipio sabe de estas implicancias, ya que en más de una oportunidad suele presenciar desde algunos de sus móviles tamaño despliegue.

Motoristas que suelen ir acostados haciendo equilibrio sobre sus motos, pasando a veces a hacer acrobacias de a dos. Por el acceso al ingreso de la chicana, se pueden ver silenciosas muestras de un desenfreno que cada día va creciendo: latas de cervezas, botellas y restos de todo tipo que nadie recoge, a excepción del día posterior, que un vecino con un carrito tirado por una moto suele ganarse su sustento.

El tema de las motos en la chicana, no es nuevo. Ya en el 2023 hubo un par de accidentes mortales y, la problemática en esa zona tiene un arrastre desde el mismo inicio de gestión de el PRO. Intentaron cerrarla con un montículo de tierra que incluso fue más problemático que la solución. Medios nacionales viajaron desde CABA por este tema. Sin embargo las excusas continúan y la solución no llega.

Un vecino llamó a la comisaría y le manifestaron que el control sobre la ruta 41 no es operatividad de ellos, sino de la agencia de control vial. Me quedé intrigado, ya que en la oportunidad de una entradera en la Federala, una noche de lluvia, estaba allí apostada una patrulla del CR.

Todo el andamiaje de control se pasa la posta, «que no se puede resolver, porque el juez de faltas es muy permisivo», dicen algunos intentando descargar culpas. Por el lado de un agente de tránsito: «No nos permiten que actuemos, porque después van a hacer lío al municipio», «Todos saben quienes son, pero no quieren problemas».

Los accidentes que día a día se producen en la ciudad y que suelen inundar la sala de emergencia del Hospital y luego las diferentes salas de rehabilitación y demás, dan muestra de ello.

Otra de las cuestiones son los modernos móviles de tránsito, dando rondas por el centro de la ciudad, o quienes caminan con su celular en la mano, obviando el paso de motociclistas sin cascos, de a dos, de a tres, o en las salidas de los colegios hasta de a 4.

Al igual que en seguridad, parece no existir un programa a la vista de ordenamiento de tránsito ni control en el ejido de la ciudad.

El domo de calle 9 de julio y Bs As, si se lo controlara concienzudamente, arrojaría no menos de un centenar de infracciones diarias.

Este medio, sentado en una confitería casi en la esquina de esta arteria, en poco menos de una hora constató al menos 21 infracciones simples entre autos y motovehículos. Sin casco, con más de dos personas, autos que infligen el transporte de menores en edad escolar en el asiento delantero, menores en el asiento trasero sin cinturones y medio cuerpo afuera, madre con un lactante  manejando.

A escasos 20 metros, un agente de tránsito. No se publica la foto, porque en este municipio sería el primer damnificado. Mientras el personal  jerárquico hace sus compras en horarios de trabajo.

Por suerte, muchos vecinos de la ciudad, han comenzado a creer que se puede cambiar este Lobos visibilizando situaciones que muchos callan, el archivo de estas situaciones, han comenzado a acrecentarse. Los medios tecnológicos a disposición de la gente común ha comenzado a transformarse en un medio de control de gestión importante, superior a quienes deberían ejercerlo por mandato democrático y, ya sea en las redes o en los medios hacen fila para publicarse. ECP, en su nueva etapa, comenzará a ponerlos a disposición del público lobense.