LO DE LA BIBLIOTECA DE ZAPIOLA, ¿FUE CASUALIDAD?
Siguen llegando comentarios sobre lo sucedido en la Biblioteca de la vecina localidad de Zapiola.
«Nunca se acuerda de que existimos, ahora que algunos quieren empezar a ver que pasa con las cosas de Zapiola, empiezan los aprietes» nos cuenta una señora con más de 72 años.
«La estación donde está funcionando, estaba cerrada con todo adentro, no se robaban nada, bastó que un grupo que quiere cambiar las cosas se organizara, y nos roban, entraron con llave, porque ni un vidrio rompieron», agregó la vecina
Un vecino cuenta: «Aquí como en otros lados, ya es sabido, para estos casos viene algún mandamás con gente que nadie controla y votan, después nadie los ve por el pueblo.»
En las computadoras había cosas interesantes en las que se estaba trabajando, raro que se las llevaran, eso sí, parece que libros no le gustaron»
Media docena más de sentimientos encontrados nos acercaron por redes, más lo que circula, pero mucho nos llamó laatención ALGUIRN que nos envió un poema que refleja de cuerpo entero lo que pasa en Zapioa y, como tal El Cuarto Poder lo publica.
La luna testigo fiel
escucha el eco de una pena cruel.
Zapiola, pueblo chico, corazón herido,
una biblioteca, su alma, desvalida.
No forzaron puertas, ni ventanas rotas,
silencio amargo, en sombras remotas.
¿Quién se llevó las letras, el saber guardado?
¿Qué mano oscura sembró este pecado?
No hay valor en fierros, quizás en la memoria,
en cada historia, en cada trayectoria.
Información tejida, saber compartido,
¿quién necesita un alma así, desprotegida?
Vecinos que se cruzan, miradas que duelen,
la confianza rota, como cristal que cede.
En el aire flota una pregunta amarga,
¿a quién beneficia esta oscura carga?
Pueblo chico, donde el saludo era abrazo,
hoy siente el frío de un golpe inesperado.
La biblioteca llora, sus estantes vacíos,
un pedazo de historia, robado en sigilo.
Que la noche traiga algo de consuelo,
y el sol levante el velo de este duelo.
Que Zapiola encuentre la fuerza serena,
para reconstruir su alma, llena de pena.
Pero entre voces que se funden, susurros al pasar,
se alza una sombra, un rumor sin cesar.
«Jugada política», dicen algunos con pesar,
sembrando dudas, la calma quieren quebrar.
Ya no sabemos qué pensar, la mente turbia está,
si la ambición se viste de oscuridad.
¿El robo fue un acto vil, de simple avaricia?
¿O hay hilos ocultos, una trama más ficticia?
La biblioteca, símbolo de unión y de saber,
¿se convierte en peón de un juego de poder?
La inocencia del pueblo, golpeada sin razón,
buscando respuestas bajo la desazón.
Que la verdad asome, clara y sin disfraz,
y la justicia alumbre, trayendo la paz.
Que Zapiola, fuerte, su rumbo pueda hallar,
sin que la política le manche su altar.
Por razones obvias nos reservamos el autor. Eso tiene que ver con el miedo que estas cosas siembran.
