La encrucijada de Etcheverry: entre el pragmatismo político y los límites de la coherencia
Por Redacción.
Lobos, Buenos Aires – El escenario político local podría estar a punto de sacudirse con un movimiento inesperado: el posible traspaso del intendente Jorge Etcheverry a las filas de La Libertad Avanza (LLA). Aunque todavía no hay confirmaciones oficiales, fuentes cercanas al jefe comunal aseguran que en su círculo íntimo se debate la conveniencia de un acercamiento a la fuerza liderada por Javier Milei, en busca de alinearse con los nuevos vientos políticos que soplan desde la Casa Rosada.
Sin embargo, la decisión no es sencilla y lo que podría parecer un salto estratégico se complica por un obstáculo con nombre y apellido: David Porchedda. En Lobos, el dirigente libertario carga con una imagen pública lastimosa y registra altos niveles de rechazo. En este contexto, Etcheverry no estaría dispuesto a asociarse con quien considera un factor de inestabilidad y desconfianza.
Desde el entorno del intendente hacen referencia a promesas incumplidas, declaraciones explosivas y una manera errática de manejar acuerdos. El resto de los integrantes de LLA local tampoco convencen, “no les da el pinet” dicen y en Lobos la gente lo ve. Incluso se afirma que Etcheverry ha puesto como condición no tener que compartir espacio político con Porchedda en caso de avanzar en un entendimiento con LLA ya que en varias oportunidades ha atacado a su persona mas que a su gestión, y para alguien como el intendete eso es imperdonable.
Esta encrucijada deja al intendente ante un dilema político. Por un lado, la necesidad de mantener sintonía con el poder nacional. Por otro, ceder a una alianza con referentes locales que él mismo considera poco confiables y que podría poner en riesgo su capital político y su imagen de gestor serio y previsible.
Mientras tanto, en el Concejo Deliberante y en las calles de Lobos ya se perciben movimientos especulativos. Algunos hablan de una jugada a dos tiempos, donde Etcheverry buscaría primero tejer vínculos directos con el ala dura de LLA a nivel nacional, evitando intermediarios locales. Otros creen que su prudencia es parte de una estrategia para mantener su autonomía hasta que las aguas se calmen.
La encrucijada de Etcheverry no es solo un dilema personal, sino también un síntoma del reordenamiento político que atraviesa a todo el país. En tiempos de polarización y realineamientos, incluso los politicos con trayectoria deben elegir entre adaptarse o resistir. La pregunta que se impone es: ¿hasta dónde está dispuesto a ceder el intendente de Lobos para no quedar aislado del nuevo poder? Y, más aún, ¿a qué precio?
Por ahora, Etcheverry observa. Calcula. Y espera. Pero en política, como en la vida, no decidir también es una forma de decidir.
RECUADRO
Por otro lado, el intendente atraviesa una compleja búsqueda interna: no logra encontrar una figura que, como candidato a concejal, revitalice su espacio político y esté a la altura del momento. Las opciones que baraja hasta ahora no generan entusiasmo ni dentro de su propio equipo ni entre los votantes, que exigen perfiles con liderazgo y renovación. La falta de un nombre fuerte complica su estrategia de cara a los próximos comicios y siembra dudas sobre la capacidad de retener el electorado. Etcheverry sabe que necesita alguien que no solo acompañe, sino que también sume. Sin embargo, el escenario actual le ofrece más incertidumbres que certezas. Y el tiempo corre.