Como si fuera una hazaña, en los festejos de una fundación nacida en épocas de la dictadura, la Fundación Mediterránea, recibió a Milei.
Y, fue allí donde el Presidente actual de los argentinos, agravió a quien hizo durante su gestión, los máximos esfuerzos para mantener la democracia en pie.
Tildar de golpista al expresidente Raúl Alfonsín, es solo comparable con sus dichos que no fueron 30.000, reforzando aún más sus expresiones definiéndose como el destructor del Estado.
Sin dudas, las réplicas de tamaña calaña, no se hicieron esperar, todo el arco político de propios y de quienes defienden la democracia, se hizo escuchar, a no ser de los imberbes dirigentes que deben esperar a juntarse con sus pares, para salir a respaldar el HONOR de su máximo dirigente, el diputado Loredo fue uno de ellos, lo mismo que Martín Lousteau, y un sinnúmero de dirigentes de la UCR.
A raíz de ello, el presidente de la UCR Nacional, Martín Lousteau, aseguró que “no debe llamar la atención que el Presidente con menor compromiso democrático de nuestra historia reciente critique a quien refundó la democracia argentina”.
La ofensa fue de tal magnitud, que , el dirigente Pablo Juliano, diputado nacional que recientemente se fue del bloque radical que le vota las leyes a Javier Milei, sentenció que el presidente no tiene “estatura para hablar de Alfonsin, menos para inventar desde un atril que impulsó un golpe de Estado, su compromiso con la democracia fue absoluto. Algo que usted no puede mostrar ni un solo minuto”.
Garciarena, presidente del bloque de diputados en la Legislatura de la provincia manifestó: “mentir, agraviar y deshonrar no son errores. Conforman una ideología que reniega del valor de la democracia y del respeto a los que piensan distinto. Señor Presidente, lo eligieron para gobernar y unir a los argentinos. Alfonsín consolidó la democracia, usted no la debilite”.
Las brabuconadas que emite el Presidente escupe cada vez que puedes, a sectores que aplauden sus improperios deja al descubierto la GRAN TRAMPA, en la que puede caer el libertario. Ofuscar a la oposición amigable, no amigable o a cualquier dirigente por afuera del gobierno, lo que hace es fomentar un caldo de cultivo de posiciones que, llegado el caso que se imponga un juicio político, por cualquier circunstancia, haga que por referencias a los partidos que representan, los diputados y senadores, se cobren las ofensas recibidas, ofensas que hoy se soportan tan solo por conservar una banca y/o una cuota ínfima de poder en la estructura de apoyo superfluo de LLA.